Viernes 19 de Agosto de 2011
TAXISTA ASEGURA QUE VIO AL FANTASMA DE LA "NOVIA"
La mayor astucia del demonio, es la de hacernos creer que no existe.
Charles Baudelaire
¿Quién no ha escuchado historias sobre conocidos que han presenciado o sentido la manifestación de un fantasma? ¿Qué persona no se ha visto envuelta en algún momento de su vida en una situación fuera de lo normal o lo que ahora se denomina experiencia paranormal?
Era una noche sin luna, tranquila y apacible, o por lo menos así lo recuerda Guillermo Nieto. Como todas las noches de estos últimos diez años en su turno nocturno de cuatro de la tarde a cuatro de la mañana.
Para Guillermo que se considera un tipo práctico, trabajar de noche es un asunto de costumbre, siempre lo ha hecho, así que esos cuentos sobre espectros y apariciones para él no eran más que eso, cuentos de funeral, que a lo sumo le podían sacar un chiste o una risa sarcástica. La llamada entró temprano, a eso de las siete de la noche para ser exactos.
Guillermo tomó la antigua vía al mar, distraído como iba escuchando un partido de fútbol no pensó en las viejas historias sobre espectros y aparecidos que desde hace más de dos décadas rondan esta vieja carretera oscura, solitaria y peligrosa, conocida con el sugestivo remoquete de la curva del diablo.
No era la primera vez que iba y venía por este tramo con toda la tranquilidad que le regalaba su experiencia frente al volante y los más de 120 kilos de grasa y músculo, más los metro ochenta y un poco más de estatura que le han sido garantía de tranquilidad y respaldo, manteniéndolo libre de temores infundados.
En medio de la alharaca emotiva del locutor deportivo que llenaba entero el interior del Vision 2011 que en ese momento se deslizaba por la carretera a 60 kilometros por hora, al final del Lago del Cisne, justo en la última curva, este veterano del volante divisa al borde de la carretera y pegada a la espesura del monte, una luz blanca que le hace subir las luces altas de su carro.
“Yo veo la claridad, la mujer está de espalda ya, pero era una luz subliminal que no es de este mundo, y ¡ra!, se mueve y se acomoda el bolso y me mira con esa mirada tan maluca, como de ternura, pero como también de rabia. La jeba me había metido la mano para que parara ”.
En medio de todos los extraños sucesos, lo que más llama su atención es que la mujer se encontraba vestida de blanco, con una chaqueta y un velo. Al detener el carro para recoger a la extraña mujer, vestida de forma inusual y en medio de la nada, Guillermo siente un bajón súbito en la temperatura, un frío fuerte le camina las entrañas.
Voltea un segundo como un reflejo involuntario y en frente suyo solo queda una vez más la solitaria carretera y el ulular del viento de la noche que le traía malos presagios.
“Cuando miro otra vez ¡la oscuridad total! Caigo en cuenta, sí esta es la novia que sale aquí vale ¡En el nombre de Jesús te reprendo! De una volteo los espejos pensando que no se me fuera a montar ya, porque dicen que ella se monta”.
En medio de una pesadez que le aprisionaba la cabeza, un temblor indómito en sus piernas y un susto que lo mantenía al borde de hacerse encima, del llanto, Nieto arranca el taxi como puede, entre rezos y llamados a Dios padre y la santísima trinidad, logra avanzar .
Adriana Yepes, revive los momentos de la llegada de Guillermo a Rancho Deli, donde ella trabaja. “Estaba pálido, muy impresionado, no podía ni hablar de los nervios, como pudo me contó lo que le acababa de suceder y no quería volver a pasar por ahí”.
Su esposa Rosario Polo corrobora el estado de nerviosismo de su compañero, los días de fiebre que siguieron al encuentro paranormal y el miedo que ve en sus ojos cada vez que recuerda ese momento.